Redactado por: Robles
Reyes Michel.
Hemos
escuchado muchas historias, crónicas y relatos sobre la creación del universo,
pero ninguna tan misteriosa como la leyenda ancestral de los Huicholes.
Cuenta la
leyenda que no había luz en la tierra y que los ancianos le rogaron a la luna
que les enviara a su hijo, el cual fue sacrificado, vestido con ropas
ceremoniales, sandalias y bolsas para tabaco; armado con arco y flechas,
arrojaron al muchacho dentro de una hoguera ardiente, sin embargo el joven
resucito y de allí apareció el sol. Los únicos disgustados por esto fueron los
animales nocturnos (el jaguar, los leones monteses, los zorros y las
serpientes), quienes se ocultaron en cavernas y charcos. Pero en esta leyenda
también hay héroes que son la ardilla y el pitorreal quienes defendieron al sol con sus vidas, colocaron tesgüino en el ocaso, para guiar al
sol, gracias a eso los Huicholes nombraron padre a la ardilla (incluso hasta
nuestros días los Huicholes le hacen ofrendas).
Principalmente
dividen sus creencias en tres universos:
El de la
mitología, donde nos hablan de la
historia de la vida y del mundo Huichol que se encuentra centrada, en gran
medida, en los mitos que relatan los procesos de creación de lo que más
valoramos: la vida, el sol, el fuego o la labranza. De acuerdo con su
mitología, estos procesos de creación no fueron inventados por los hombres: a
lo largo de los siglos, los dioses han contado historias, con lujo de detalles,
a los mara'akame, y los mara'akame se han encargado de explicarlas a las
comunidades y de realizar representaciones, escenificaciones y rituales que
reviven lo que los dioses les cuentan, para que la tradición se mantenga viva
en la mente, el corazón, las danzas, los rezos y las palabras de este pueblo.
Los mara’akame (conocidos también como chamanes, curanderos o cantadores), a
través de sus sueños, sus danzas, su música y sus cantos traspasan las barreras
entre el mundo terrenal y el mundo divino, penetran en el mundo de los dioses y
establecen vínculos entre lo profano y lo sagrado.
EL del
maíz, donde se desenvuelve su vida cotidiana, sus tradiciones, actividades
diarias como la agricultura, arte e historia.
El del
misticismo; este revela el mundo huichol y el arte de sus rituales, el hikuri
(peyote) les manifiesta su espiritualidad que los distingue y les da identidad
como comunidad Huichol.
Si bien, el
arte de esta fascinante etnia lleva muchos connotativos y remonta a un origen
sumamente espiritual, aparte de poseer una belleza enigmática y nos
conduce por caminos míticos donde para el huichol el mundo posee una dimensión
sagrada, haciendo de este arte un nexo entre el mundo de los dioses y lo
profano.
COSMOGONÍA DE LA MUERTE EN LOS
HUICHOLES
La concepción que tienen los
huicholes de la muerte es hasta cierto punto semejante a la de otros grupos
mesoamericanos incluyendo a los antiguos aztecas. Cuando alguien muere, su alma
realiza un viaje difícil y lleno de pruebas. La familia sigue el devenir de
este a través del relato del mara'akame, que se mantiene observando todo. La
primera parte de la ceremonia es una travesía que el difunto hace a través de
su vida, la revive desde su nacimiento incluyendo todo lo que pasó, su niñez,
sus trabajos, sus pecados, su matrimonio, etcétera. El mara'akame relata a los
familiares todo lo que está sucediendo, así que ellos pueden recordar al
ausente.
Después comienza el trayecto
difícil. El alma llega a un camino que se bifurca; el lado derecho es para
aquellos que se portaron bien durante su vida, el izquierdo, para los que
hicieron muchas cosas malas.
Aquellos que toman el último camino
son castigados y purificados de muchas maneras: sumergidos en aguas hirvientes
o quemados en el fuego; ya sean hombres o mujeres tienen que cargar todos los
genitales de las personas con las que cometieron adulterio; hay que cruzar
entre montañas y rocas que chocan. Después de esto pueden regresar y pasar al
camino del lado derecho.
Aquí comienzan las pruebas por las
que tienen que pasar todos los individuos. El difunto se encuentra con un
estanque que debe cruzar. Sin embargo, hay un perro que lo cuida, si el muerto
fue malo el perro lo podrá atacar, (Es por eso que los huicholes llevan ya sea
tortillas o un palo para golpearlo), el camino es agotador, debido a que la
carga de los genitales es muy pesada.
Después de atravesar la primera
prueba, el hombre se encontrara con todos los animales a los que les hizo daño,
los cuales se vengaran mordiéndolo y pateándolo. Si comió carne de tlacuache
(especie de zarigüeya), animal sagrado que robó el fuego y que por lo tanto
debe ser respetado, caerá en una trampa y será aplastado por una roca.
Cuando termina de pasar todas las
pruebas, el difunto llega a donde están otros muertos y antepasados suyos
esperándolo con alegría. Alrededor de un árbol hacen una fiesta en la que todos
bailan y toman mucho tejuino (manjar de los dioses huicholes). Cuando ya están
todos borrachos, el mara'akame aprovecha para acercarse y atrapar al muerto, el
cual esta tan divertido que no quiere regresar. De cualquier modo el mara'akame
lo arrastra ayudado de un espíritu, y entre ambos lo llevan hasta su familia,
que lo está esperando con comida, tabaco y todo lo que le gustaba al difunto.
Los familiares lloran y lo saludan. Después de un tiempo, el muerto y la
familia lloran y se despiden, porque ha llegado el tiempo de la última partida.
De cualquier forma, los vivos no pierden contacto con el muerto, ya sea porque
este vuelva después de cinco años convertido en cristal de roca; los familiares
siempre podrán entrar al ririki para adorarlo y dirigirse a él.
Por otra
parte se sabe que los Huicholes son una etnia, que gracias a sus costumbres ha
logrado permanecer pura y unida hasta nuestros días desde tiempos de la
conquista española. Ellos se encuentran en lo profundo de la sierra madre occidental
en los estados de Jalisco y Nayarit.
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