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jueves, 17 de marzo de 2016

CON UN FESTEJO NOCTURNO Y AL RITMO DEL TAMBOR SAGRADO, AGRADECEN A SUS DIOSES LA PROTECCION Y GENEROSIDAD

Redactado por: Daniela Castro.


Todos los años, el final de la temporada de lluvias marca el momento para levantar la cosecha y es cuando los wixáritari o huicholes, uno de los grupos étnicos más importantes de Nayarit, agradecen a los dioses la protección y generosidad que les otorgan para sus cosechas. Esto lo hacen con una fiesta que se ha mantenido a lo largo de los siglos, y es una gran herencia de esta cultura: la Fiesta del Tambor. La fiesta del tambor, también conocida como la fiesta del elote o de los primeros frutos, es un ritual que comienza justo cuando entra la media noche. En ese momento, los huicholes o wixáritaris son convocados por el sonido del tepo que es el tambor sagrado y se congregan en el Centro Ceremonial de la colonia Zitacua, que se encuentra justo en uno de los cerros que rodean la ciudad de Tepic.

La Fiesta del Tambor es considerada uno de los rituales más importantes, pues lo más importante para ellos es agradecer a los dioses el regalo que les dio la madre tierra. El ritual es guiado por el mara'akame, quién es el sacerdote sagrado, curandero, cantador de la comunidad y el único autorizado para encabezar la ceremonia. Alentados por el canto del tambor, comienza el viaje, en ese momento los niños ayudados por sonajas representan el vuelo de las aves. 

Entre sus cantos, los mara'akames piden a todos sus kakauyares o dioses, que los ayuden para que no les falte alimento ni salud, tanto para niños como para adultos. Parte del ritual consiste en la preparación del tejuino o tecuani, que es la bebida sagrada. Desde casi una semana antes, las mujeres wixáritari cosen el maíz germinado que ya está seco y molido. Una vez cocido, se cuela y se pone a fermentar durante 12 horas mínimo para que finalmente quede lista este sagrado elixir. 

Ya entrada la media noche, se realizan cinco sesiones de rezos o cánticos que representan a cada uno de los lugares sagrados o puntos cardinales; las danzas y cantos continúan hasta entrado el día. El día siguiente es dedicado exclusivamente a los niños por lo que desde muy temprano instalan una ofrenda atando cinco elotes que representan al dios del maíz, de manera que el maíz tierno y la calabaza nueva se purifican como alimento sagrado; en la ofrenda también colocan un nierika con un cordón de bolitas de algodón el cual representa a cada niño que participa en esta fiesta. En la ofrenda también se instala una imagen de la Virgen de Guadalupe, con un “ojo del Dios”, flechas ceremoniales y el bastón de mando del gobernador tradicional. 

El “ojo del Dios huichol” es un rombo elaborado de caña adornadas con hebras de lana en colores y un diseño angular que simboliza el medio el ojo por el cual el dios Kauyumali “ve y comprende los misterios del mundo” y se emplean para asegurar a los niños y adultos de la etnia salud y larga vida.

En el transcurso del día acuden a la ofrenda hombres y mujeres a depositar elotes, fruta, comida, tamales, tortillas, velas y tejuino.

En este momento, los niños más pequeños son bautizados por el mara'akame quién les da un nombre en huichol o wixárika, mientras aquellos pequeños que ya cuentan con 5 años, se deberán convertir en águilas; en ese momento los padres agradecen a los dioses la salud de sus hijos. 

Mientras continúan los cantos del tambor y del mara'akame, uno de sus ayudantes marca con tizne la mejilla izquierda del rostro de cada niño, siempre haciéndolo con el dedo índice de la mano derecha. Según las creencias wixárikas, la marca permite que los dioses identifiquen a los niños que deben cuidar durante el viaje que el espíritu de estos pequeños realiza ese día hacia el wirikuta. 

Una vez que regresan al plano real, es decir, el viaje imaginario termina y entonces comparten la ofrenda entre grandes y chicos, brindando con tecuani, cantando y bailando toda noche.

A la mañana siguiente se realiza la fiesta del elote o “Tatei Neira”, en esta fiesta se realiza la bendición del elote y la calabaza consagrados que el mara'akame utiliza para bendecir uno por uno a todos los participantes y quitarles sus enfermedades, por último, el sacerdote agradece la conclusión de la fiesta.

Esta ceremonia no se sabe desde hace cuánto tiempo existe, sólo se sabe que busca agradecer a los dioses por los alimentos y festejar que los niños vivan más de cinco años, además de ser una forma de complementar el conocimiento de las raíces wixárikas o huicholas, pues esta fiesta los identifica como etnia, una etnia que se caracteriza por tener un profundo conocimiento de la naturaleza y un profundo contacto con su entorno, mismo que podemos apreciar en sus tradiciones, sus creencias, su vestir e incluso en su artesanía.

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